Los grandes creadores negros solían proceder de un entorno humilde. Para ellos los signos externos de riqueza y clase cobraban una enorme importancia como símbolos de éxito. Así pues, la ropa para un muchacho negro de los suburbios de Detroit o los Angeles podía llegar a ser un verdadero modo de expresión personal.El artista negro ha hecho gala, a nivel vestimentario, desde tiempos inmemorables de la más absoluta falta de inhibiciones. La historia de la moda soul y su evolución coinciden casi totalmente con la de las mayores extravagancias del diseño y la confección textiles.

ban. Se trataba de seguir los conceptos clasicos de la elegancia y, sólo los volantes, los flecos y rasos post-hippies conseguirían, ya entrados los 60 arrinconarlos. Durante las décadas de los 60 y 70 la moda masculina estuvo en perpetua crisis en que habían entrado los valores tradicionales, constantemente puestos en entredicho por propios y extraños. Una crisis que se dejaba ver, sobre todo, en lo que afectaba al aspecto externo.Modistos como Dior, Courreges y sus imitadores habían ideado extraños trajes de caballero que, en el mundo de la música, fueron rápidamente adoptados por los grupos pop tipo Beatles y Spotnicks. Las mujeres tenían menos problemas en cambiar el proverbial e inevitable vestido rojo, ajustado y escotado, tantas veces citado en los blues y rock and roll por la línea infantil y los estampados acidulés de la mitad de los 60.Los salseros, los heavies y los jóvenes flamencos tampoco pusieron pegas a las ombreras, los drapeados, las chaquetillas spenser, los cuellos altos de etiqueta y otras inefables extravagancias que en nombre del diseño y la elegancia post-modernos, vieron la luz en los años del imperio sonoro de Roland, Korg, EMU Systems y Yamaha.
"processed hair-do", que primero desrizaba el pelo y luego lo sometía a una permanente para marcar los deseados bucles a lo Tony Curtis que, tras tantas agresiones, necesitaban ser suavizados con una generosa dosis de brillantina. Las do-rag son las piezas de tela que se anudaban a lo pirata, sujetando el pelo para mantener las ondas en su sitio durante el día y evitar que la humedad o la electricidad estática deshiciesen el trabajoso peinado.Percy Sledge fue uno de los últimos soulmem
en lucir estilo de peinado, del mismo modo que, tan fiel a sí mismo en su aspecto exterior como en la música, fue el último en lucir el afro.En los 70, con la popularización de las teorías de los Black Muslims, se recuperan los complicados y ancestrales trenzados africanos que ya lucía, desde hace miles de años, la memoria del faraón egipcio Tutankamon.Según Mark Twain, la costumbre de anudar el pelo de los niños en infinidad de coletitas obedecía, más que algo práctico, al miedo a los espiritus que, de este modo, se suponía, eran alejados.Los años 80, con sus reinvindicaciones de refinamiento y señoritismo, hicieron dar marcha atrás también a las costumbres capilares y los alisados y moldeados químicos a imitación de las cabelleras blancas vuelven a ser de rigor para las mujeres y los hombres, siendo bastante habitual la imagen del negro melenudo a lo Bar-Kays y la brillantina hace su reaparición arrastada por la poderosa ola revivalista.

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