martes, 1 de junio de 2010

CELEBRIDADES

Miami, diciembre,.- El éxito y la fama son sueños de niña que muchas artistas llegan a hacer realidad. Pero todo tiene un precio, a veces demasiado caro. Quienes peor han sabido asumir el triunfo se han visto envueltas en problemas de drogas o alcohol.

La última en pasar por las clínicas de rehabilitación ha sido Miss Estados Unidos, Tara Conner. Sin embargo, no es la primera, ni con ella se cerrará la lista. Naomí Campbell o la actriz Lindsay Lohan saben ya lo que es acudir a estos centros.

Arrepentida y con lágrimas en los ojos, la actual Miss USA, Tara Conner, asumía sus adicciones en una rueda de prensa celebrada el pasado martes 19. De la mano del magnate Donald Trump, la belleza rubia aseguraba que iba a cambiar para terminar con éxito su año de reinado. Para ello, estaba dispuesta a recibir el tratamiento necesario.

Y así ha sido. Trump, al frente del concurso Miss USA, ha anunciado que Conner ha ingresado en un centro de rehabilitación, en el que permanecerá unas tres semanas, para poder superar sus adicciones.

En los últimos meses, la modelo había sido portada de numerosas revistas por sus excesos nocturnos y su consumo de alcohol, lo que había llevado a hacer peligrar la corona de Tara Conner. Finalmente, Donald Trump ha decidido dar a la joven una segunda oportunidad, pues considera que "es una buena persona".

DIGERIR EL ÉXITO
El caso de Miss USA sólo es un ejemplo más de jóvenes a las que el éxito sorprende inesperadamente y no todas saben asumirlo bien.

Jóvenes, atractivas y con dinero, ven en el mundo de la noche y las drogas una forma de diversión muy tentadora. Pero la tentación puede acabar con el sueño.

Naomí Campbell comenzó en el mundo de la moda de alta costura con apenas quince años. Desde finales de los años ochenta, ha sido una de las reinas indiscutibles de la pasarela, lo que la ha valido el sobrenombre de "la diosa de ébano".

Sin embargo, la modelo británica ha ocupado además portadas por su adicción a las drogas. En 2004, Campbell admitió en un programa de televisión que tenía problemas con determinadas sustancias y que solía acudir a centros de rehabilitación en cada ciudad que visitaba.

Su amiga y también modelo Kate Moss, se vio igualmente salpicada por el escándalo hace un año. Una publicación mostraba unas fotos de la modelo supuestamente esnifando cocaína, en un estudio de grabación, en compañía de su novio, Pete Doherty, y unos amigos. Esto provocó la cancelación de contratos multimillonarios para Moss, que emigró a Arizona (EEUU) para ingresar en un centro de rehabilitación.

En la misma tónica, la cantante estadounidense Whitney Houston, alcanzó la fama mundial a principios de los noventa, al protagonizar con Kevin Costner la película 'The Bodyguard' (El Guardaespaldas).

Casada con Bobby Bronw, el matrimonio vivió episodios de malos tratos y consumo de drogas continuamente. La actriz y cantante llegó a confesar en un programa de la cadena televisiva ABC, en 2002, que era adicta a la cocaína y la marihuana. Y ha ingresado varias veces en un centro de desintoxicación de Nueva York.

EL ALCOHOL ES OTRO GRAN PROBLEMA
Al igual que la adicción a las drogas, refugiarse en el alcohol suele ser otra vía de escape para estas famosas.

Juventud y éxito han sido una mezcla explosiva para actrices como Lindsay Lohan o Drew Barrymore.

Lohan, de tan sólo 20 años, confesó en una entrevista a la publicación 'Vanity Fair' que tenía problemas con el alcohol. La fama, los conflictos familiares y una dolorosa separación sentimental llevaron a la popular actriz a la bebida, según confesaba en esta revista. Para colmo, Lohan también confesaba haber padecido trastornos alimenticios. En la actualidad, la actriz lucha por combatir su alcoholismo y superar sus problemas de bulimia.

La archiconocida Paris Hilton, protagonista de toda clase de escándalos, se vio envuelta también en un suceso poco afortunado. La joven actriz, modelo, cantante y multimillonaria heredera, fue detenida el pasado mes de septiembre por conducir en estado de embriaguez.

UN EJEMPLO A SEGUIR
Drew Barrymore debutó en el cine a la temprana edad de cinco años. Con siete alcanzó la fama mundial gracias a la película de Steven Spielberg, 'E.T. El extraterrestre'. Y con nueve años ya tenía problemas de alcohol y drogas.

Con trece años, la actriz tocó fondo. Su vida estaba perdida y su prometedora carrera cinematográfica truncada. En ese momento, su madre decidió ingresarla en un centro de desintoxicación y empezó uno de los procesos de reinserción más largos y duros.

Poco a poco, Barrymore volvió al mundo del cine con películas para adolescentes. Escaló puestos hasta volver a estar en lo más alto de la fama y triunfó con taquilleras cintas como 'Los ángeles de Charlie'.

Hoy en día, es una mujer nueva que ha llevado a cabo numerosos proyectos cinematográficos, causas solidarias y ha dirigido hasta su propio documental. ¿Adicciones? Sí, se confiesa totalmente dependiente de unos buenos macarrones con queso

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