miércoles, 29 de febrero de 2012

HISTORIAS DE GRACIA DE MONACO

19/07/2007.- Un comentario que hago sobre la princesa Grace de Mónaco en 'Te vestiré como una reina' ha sorprendido a más de uno. Digo que fue un gran icono de la moda durante sus años en Hollywood, pero que dejó de serlo después de casada, cuando se convirtió en una matrona monegasca.
Y siempre que se me ha preguntado sobre el tema en los programas de televisión a los que he acudido durante la promoción del libro, he aconsejado al entrevistador de turno que se molestase en dar un repaso a las fotos de la princesa de soltera y que las comparase con las de casada.
Grace estaba radiante en sus años de reina de Hollywood con el vestuario inspirado en el 'New Look' que creaban para ella Oleg Cassini, Edith Head o Helen Rose, al que solía darle su pequeño toque personal. Es por eso por lo que la publicista norteamericana Evelyn Lambert la entroniza en su lista de las mujeres mejor vestidas, ese parnaso de elegantes internacionales cuyo 'chic' no está en duda en 1954, dos años antes de casarse. Pero, desgraciadamente, se transformaría en una señora rica sin mucha imaginación a pesar de su vestuario de Cristóbal Balenciaga, Madame Grès, Hubert de Givenchy, Marc Bohan o Flora Villareal en su época de princesa.
La exposición orquestada por Frédéric Mitterand que acaba de inaugurarse en el Grimaldi Fórum de Mónaco la semana pasada para conmemorar los 25 años de la desaparición de Grace pone esta transformación de manifiesto. La 'joie de vivre' que tenía en sus épocas de actriz, cuando gana un Oscar por 'The Country Girl' y enamoraba -y se enamoraba- de estupendos señores maduros, muchos de ellos casados, como Clark Gable, Jean-Pierre Aumont, Ray Milland, Bing Crosby y el mismo Oleg Cassini, raramente hace una aparición de sus fotografías monegascas.
Pero con el tiempo, sus años de alteza serenísima irán difuminándose, y lo que las generaciones venideras conocerán de Grace Kelly Grimaldi es el legado de sus doce películas maravillosas. Un proceso que ya ha empezado, como lo atestigua el cantante Mika con su 'I Want To Be Like Grace Kelly'.

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