martes, 14 de febrero de 2012

DE ARTISTAS Y MAS

(montaje de la artista inglesa Alizon Jackson de su libro Confidential)
Más allá de las Boloccos y los Menems, más allá del jaleo mediático que se desató con los “clicks” de la misma mano que años atrás destapó el romance y que ahora lo dio por terminado. Más allá y por sobre (o por debajo) de los debates de la ética, la censura y la libertad de prensa están los paparazzis, aquellos mosquitos insomnes que persiguen a sol y sobra la instantánea de famosillos que dará de comer al morbo nuestro de cada día.
La fotografía mejor pagada a un paparazzi en la historia ardió en llamas junto a su negativo en un rincón de la revista ¡HOLA!. El papel chamuscado, que resumía el esfuerzo de un fotógrafo por pillar la instantánea más codiciada de aquel entonces, consumía lentamente la imagen de una joven mujer en topless en la terraza de un lujoso hotel de Marbella (España). Un millón doscientos mil euros pagó la revista española al parazzo local aquella fotografía de Diana Spencer que quemaría tiempo después bajo condición que Lady Di asistiera a la inauguración de la edición inglesa de Hello!
No mediaron ni tribunales ni debates éticos ni morales ni la Casa Real de Inglaterra sino que una danza de millones e intereses en favor de uno de los negocios más lucrativos de la industria del entretenimiento: las celebridades.
A Diego Arrabal, el paparazzo español autor de la famosa foto de hace casi 20 años, el canje le salió a cuenta por un compromiso laboral con ¡Hola!, una de las revistas que mejor paga estos trabajos en Europa. Este vínculo laboral valía más la pena que las millonarias ofertas que le llegaron desde distintos rincones del planeta durante esos días de negociaciones.
En entrevistas posteriores recordaba que la difunta princesa se veía nerviosa mientras tomaba sol aquellos días. “Ella se cuidaba mucho (físicamente), aunque yo creo que de los nervios no andaba muy bien, hacía unos gestos rarísimos. Andaba en plena separación y muy centrada no estaba. Incluso los ingleses comentaron que se había dejado hacer la foto para darle celos a Carlos de Inglaterra; tonterías, lo que les molestó es que la foto la hubiera hecho un español”, contaría en una entrevista publicada en el diario El Mundo.
Conseguir la dichosa fotografía fue otra historia. La ex del príncipe Carlos había viajado a España de incógnita en clase turista junto a dos amigas y sin escoltas y la primera noche se quedó en un piso roñoso de Marbella hasta que su peluquero habitual de Mijas (Marbella) las llevó a un hotel de buen nivel al día siguiente. Según el paparazzo, Lady Di venía escapándose desde Londres y Simoneta Gómez-Acevedo, una sobrina del rey Juan Carlos y conocida socialite española la había visto en el aeropuerto y lo comentó en Marbella y el rumor comenzó a rodar hasta llegar a los oídos de Arrabal. “Aún sin creérmelo, llamé a Londres a unos colegas y me dijeron que, efectivamente, la habían perdido”. Todo calzaba y el profesional comenzó a rastrear al taxista que condujo desde el aeropuerto a Diana Spencer y sus dos amigas al departamento en Marbella. Como es habitual en este trabajo, le pagó una buena suma y el hombre habló. “Sin creérmelo, hice guardia y, a la mañana siguiente, las vi salir con el peluquero y montarse en un Ford Escort para ir al hotel Byblos. Y ahí fue cuando se enteraron los demás periodistas. Ella se puso en un rinconcito a tomar el sol con el sujetador desabrochado y, al levantarse para ir al servicio, justo antes de colocarse la toalla, se la hice. Había más de 50 fotógrafos en el hotel, pero sólo yo estaba allí colocado, escondido entre unos maceteros”.
EL CASO EUROPEO
Historias como esta son el pan de cada día. Atrás quedaron los año en que los paparazzis preferían ser desconocidos para poder actuar más eficazmente. El mismo Arrabal es panelista de un programa del corazón “por la pasta”, como ha reconocido. Además, con las pelucas, bigotes y cualquier artilugio te escondes mejor que nadie. Como lo hizo aquel, que años atrás pagó a un músico de la orquesta que tocaría en la graduación de un joven Enrique Iglesias y así sacar la primera fotografía de Julio e Isabel recién separados.
Los paparazzis repartidos por los lugares más exclusivos del globo pululan con una red de informantes que van desde taxistas, porteros de exclusivos locales, peluqueros y recepcionistas hasta fans que siguen a sus ídolos en busca de autógrafos y, en algunos casos, los mismos representantes de los artistas.
La mayoría son profesionales autónomos que prefieren trabajar directamente con los medios que con las agencias intermediarias, y muchos del ellos, luego de años de oficio, han fundado sus propias agencias.
Es el caso del español Roberto Fernández quien lleva dos años con la agencia IPA Press (http://www.ipapress.com), un banco documental de reportajes y fotografías on-line. Se cansó de ser freelance luego años como autónomo.
“El costo de un reportaje para un paparazzi es altísimo, además de billetes de avión, hoteles e informantes, tienes que contar con un computador portátil cada dos años, un equipo fotográfico con objetivos que no te puedes ni imaginar y un equipo de trasmisión de alta calidad. Todo esto es mucho dinero y mucho riesgo. Y la mayoría de las agencias no te informan bien de como son las condiciones”
, cuenta Fernández.
Según explica, son los periódicos ingleses y las revistas españolas quienes mejor pagan por este tipo de trabajo en el mercado europeo. “Aunque si es algo muy bueno o de importancia local, te pagarán igual de bien en Italia, Alemania o Francia. Los países de este nunca”.
Aunque ambos países tiene monarquía, el trato a ambas Casa Reales es diametralmente distinto en España e Inglaterra. Para Fernández la cuestión es simple: “La Casa Real española ejerce mucha presión sobre la prensa. Aunque ni el Príncipe ni las Infantas se han salvado que les den a conocer sus noviazgos”.
No hay necesidad de explicarle el caso de las fotos que le sacaron de Cecilia Bolocco en su terraza en Miami. Está absolutamente al tanto y contesta:
En España jamás se hubieran publicado. Ningún medio español lo hubiese permitido ya que estaba en su casa, en su propiedad privada. Aquí tenemos millones de fotos de Claudia Schiffer -que veranea en Mallorca- haciendo topless en yates y playas, pero ninguna en su casa, y mira que es fácil hacerlo. Es como si alguien hubiese pillado a Ana Botella, a la mujer de un ex presidente, en su casa con un amante. Tampoco se hubiesen publicado la foto.”
Es curioso este punto ya que España es el lugar de veraneo y distracción del jet set europeo. La gran mayoría tienen casas o pasan las vacaciones en las islas Baleares y si bien se llenan de portadas las revistas de estas celebridad pilladas por sorpresa, ninguna es en su hogar.
A diferencia de Estados Unidos o el resto de países de la Unión Europea, en España ningún juez se ha tenido que pronunciar al respecto”, agrega.
LOS NUEVOS RIVALES
Aunque, no sin amargura, habla de un antes y después en su oficio con la nefasta llegada de los programas del corazón en la televisión y la avalancha de lo que entre sus colegas llaman “los frikis”. “Antes estaba sólo el glamour de las estrellas, ahora se ha llenado de estos personajes que venden su vida por cualquier cosa”, dice al referirse a la gente que ha ganado versiones de Gran Hermano, ex novios de famosos cantantes, finalistas de reality shows , y un largo y patético etcétera de famosos por cualquier cosa.
La irrupción de estos personajes ha bajado mucho el nivel del oficio, según cuenta Fernández y agrega que además los programas del corazón abarcan el terreno antes exclusivo para las revistas que no tienen la capacidad de reacción de la tele para cubrir un tema ya que tiene tiempos de cierre, imprenta, reporteo y producción. En España, a diferencia de Inglaterra, por ejemplo, no existe los tabloides sensacionalistas como The Sun o Las Últimas Noticias nacionales, ni tampoco la prensa diaria entra en el terreno de la farándula.
No sólo esto ha cambiado el negocio, también la irrupción de la tecnología ha permitido a cualquiera convertirse en un fotógrafo con sus celulares o cámaras portátiles dando lugar a los snaparazzi, ciudadanos comunes y corrientes que al toparse con un famoso sacan fotos con sus cámaras digitales o celulares. En EEUU esta práctica está tan en boga que incluso existen moblogs (blogs con contenidos publicados desde un teléfono móvil o PDA) como el neoyorquino “NYC Celeb Sightings” con dos mil miembros que se envían fotos y mensajes de texto anunciando dónde está tal o cuál personaje.
Imagínate que nosotros no tenemos ni sindicato porque finalmente somos rivales y enemigos pero aún así teníamos un código de actuación implícito y ahora con la irrupción de esta gente, que ni siquiera paga impuesto ni nada, sólo es voracidad y cero límites. Espero que esto conduzca a que se regule este trabajo para que la cosa no se desmadre”, reflexiona Fernández.
El problema es complejo. En Estado Unidos, uno de los blogeros más famosos es el del cubano Pérez Hilton, quien su ufana de ser el sitio más visitado y tener las últimas fotografías de la farándula. Lo cierto es que ha publicado antes que nadie las imágenes del hijo de Brad Pitt y Angelina, la boda de Tom Cruise y Katie Holmes y la famosa foto de Britney Spears sin calzones, entre otros, por lo que actualmente enfrenta una demanda de más de siete agencias fotográficas por no respetar derechos de autor.
Irónico ¿no?, hasta los paparazzis sufren problemas de propiedad privada.
PSEUDO PAPARAZZIS
Otro factor en este mundillo es que muchos famosos quieren ahora participar de la torta económica de la intimidad robada por lo que montan su propio espectáculo de falsas fotos espontáneas captadas por fotógrafos que ellos mismos pagan y llevan a sus viajes.
Según Arrabal, “cuando Carolina de Mónaco se va al Caribe lleva al suyo. Esas imágenes que vemos de la playa están hechas por él, y es ella quien cobra y después le paga al fotógrafo. Yo me di cuenta porque una vez en Portugal los guardaespaldas me confundieron con su fotógrafo y me dejaron hacer lo que quisiera. Pero al día siguiente, cuando se dieron cuenta, ya nadie pudo hacer nada más: empezaron a pegar, reventar coches… Bueno, es que los policías de Carolina son auténticos mafiosos, de lo peor”.
Curiosa reacción de los gorilas de quien hasta ahora ostenta el juicio más emblemático de protección de intimidad. Carolina de Mónaco mantuvo un litigio contra la prensa alemana durante once años para defender su derecho a no ser fotografiada en su intimidad y sin su consentimiento. Tras varios fallos en cortes alemanas que le daban la razón a los tabloides locales, la princesa monegazca acudió a la Corte Europea de Estrasburgo para imponer una denuncia por violación a sus derechos fundamentales que finalmente ganó en el 2004.
Quien protagonizara la fotografía más cara de la historia seguía siendo noticia después de muerta. Las imágenes de Lady Di agonizando en el puente del Alma aquella macabra noche parisina se transmitieron, no sin polémica, en un programa monográfico de la televisión inglesa el 6 de junio. Así es el oficio, así es el morbo y ni la muerte descansa en paz.
EL CASO GRINGO
Sin monarquía pero como buen romano que ya no se acompleja frente a la antigua Grecia, Estados Unidos -el imperio-, el principal productor del mundo manufactura celebridades y escándalos de la misma manera que lo hacen al otro lado del Atlántico. Aquí la cosa genera celebridades a cada minuto ya que Hollywood está a la vuelta y es por eso que el Estado de California lanzó el año pasado una ley para regular a los caza famosos.
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Mal que mal el estado más rico de EEUU tiene a una víctima como gobernador. El ex austriaco Arnold Schwarzenegger perdió un pleito en que acusaba de ser acosado por unos fotógrafos mientras iba a buscar a sus hijos al colegio. Una vez en el poder lanzó a comienzos del año pasado una ley que castiga a los stalkerazzis (vocablo inglés referente a paparazzis acosadores) con pagar el triple del daño infligido además del dinero que cobran por la fotografía que logran vender. La ley se refiere a las denuncias sin éxito de actrices como Lindey Lohan, Scarlett Johansson y Reese Witherspoon que sufrieron indistintamente choques por parte de estos mercenarios para capturar una fotografía fuera de libreto.
Jackie Kennedy fue lo más cercano a una princesa. Tanto la unión con Kennedy como la con Onassis fueron iluminadas por los flashes de miles de paparazzis alrededor del mundo. Cuando era la viuda del presidente ganó una histórica demanda para proteger la intimidad de sus hijos a quien fuera uno de sus más tozudos lentes, Ron Galella, la que sentó un precedente para la protección de menores que hoy por hoy parece medio olvidada.
Según la revista Time, Ron Galella es El Padrino de los paparazzis de Estados Unidos. Si en los ’50 sirvió como fotógrafo para la Fuerza Aérea de su país, pasando por la Guerra de Corea, la década siguiente inauguró un lucrativo género que hasta entonces sólo conocía instantáneas de celebridades bajo el foco del espectáculo, nunca en su vida cotidiana. Sus fotografías han cubierto las portadas de revistas como People, US Today y National Enquire y en el camino han quedado juicios emblemáticos como los 4 dientes que le arrancó Marlon Brando de un puñetazo y la muela y los 15 rollos de fotografías destrozadas por los gorilas de Elizabeth Taylor y Richard Burton cuando lo descubrieron escondido en una cueva de Cuernavaca mientras rodaban una película. Sin dientes mediante pero fotográficamente registrada quedó la agresión de Sean Penn a Galella y que se puede ver en el Museo de Andy Warhol en Nueva York.
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Tanto Sean Penn como Alec Balding han optado por la vía de los puños para lidiar con los paparazzis. El encarnecido odio de Penn contra ellos se remonta a su matrimonio con Madonna, que según cuenta la leyenda, eran tantos los helicópteros sobrevolando la apacible playa de Malibú que la ceremonia parecía Vietnam. Penn escribió en la playa un enorme FUCK OFF!. Baldwin, en tanto, se abalanzó sobre uno para proteger a su entonces esposa Kim Bassinger y la defensa le salió US $4.500 en costo de material destrozado.
Las estrellas más importantes de Hollywood como Tom Cruise, George Clooney, Madonna, Nicole Kidman, Robert DeNiro, Cameron Diaz y Whoopi Goldberg han protagonizado campañas para poner coto a tan desmedida actividad que han terminado con leyes como la californania. Durante el estreno de The Peacemaker protagonizada por Clooney, los paparazzis apostados en la alfombra roja, bajaron sus cámaras y no sacaron ninguna fotografía en señal de protesta.
Mientras hay un lado opositor a esta actividad, existe figuras como Paris Hilton, Nicole Ritchie, las gemelas Olsen, la perdida Spears y la misma Lohan que no hacen más que dar motivos y momentos a los paparazzis para vender exclusivas.
Finalmente todos se necesitan en esta feria de vanidades y mientras muchos se quejan otros muchos hasta arriendan falsos paparazzis para que sus fiestas adquieran la categoría deseada.
RECUADRO
LOS TOP
Pocos meses llevaba la canciller alemana Angela Merkel dirigiendo uno de los países más poderosos de mundo, cuando su trasero apareció en todos los diarios del mundo. El diario sensacionalista inglés The Sun hacía de las suyas publicando una instantánea de la canciller mientras se ponía el traje de baño durante sus vacaciones en Italia. “I’m Big in the Bundestag” (Soy grande en el Bundestag, haciendo alusión al tamaño de su trasero y al parlamento alemán)
Fue, quizás, uno de los grandes escándalos de comienzos del ’92. A una Sarah Ferguson en topless le chupaba los dedos de los pies un amante furtivo, un asesor financiero de Estados Unidos, cuando un paparazzis logró captar la fotografía del secreto a voces. El príncipe Andrés y la Duquesa de York llevaban vidas independientes hacía un tiempo, y mientras su marido seguía con su trabajo en alta mar, “Fergie” mantenía numerosos romances. La pareja se divorció cuatro años después. También unas fotografías le costaron el matrimonio al entonces marido de Estefanía de Mónaco, Daniel Ducruet. Los paparazzis se empacharon de imágenes comprometedoras -¡hasta grabaron un video!- mientras el ex guardaestaldas de la princesa hacía el amor con una cabaretera belga en una terraza de casa de lujo en la Costa Azul.
Este año nos hemos empachado de la Spears así que cuesta elegir cuál ha sido el paparazeo más brutal que ha sufrido. El entrar a una peluquería californiana con su larga y rubia cabellera y salir completamente calva para, días más tarde, comprarse una peluca larga y rubia fue impactante pero fue decisión de ella. Sus fotos sin ropa interior y sus juegas por Los Ángeles, vómito incluido, formando el triángulo de las Bermudas junto a Hilton y Lohan, también han dado que hablar. Pero sin duda alguna, su foto calva, con los ojos desencajados de rabia, emprendiéndola a paraguasos contra el auto de unos paparazzis nos dejó sin habla y cada vez más claro que la otrora reina del pop se cae emocionalmente a pedazos.
La Casa Real británica es sin duda foco de interés y fuente de material constante. Pocas salidas de madre que se le conocen a quien será el futuro rey de Inglaterra. La más famosa fue la imagen de un entonado príncipe Guillermo, con un enorme vaso de alcohol en una mano y en la otra el pecho de una chica que quiso sacarse una foto con él. Su hermano Harri es de otra liga y son habituales sus escándalos por salir borracho de los pubs ingleses, intentar agredir a los fotógrafos.
También en el Reino Unido, la fotografía de Kate Moss aspirando cocaína fue una de las imágenes más indiscretas de hace dos años. Allí, un espontáneo aprovechó el momento y capturó la imagen de la modelo más cara de la historia y a la que esa linea de cocaína la llevó hacia contratos millonarios. Hace unos meses la modelo concedió la primera entrevista en años con la excusa de promocionar su nueva linea de ropa. Allí se quejó amargamente de los paparazzis aunque no se refirió al famoso episodio titulado “Cocaine Kate”.

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