Mi bisabuela y tu tatarabuelo eran amantes, ¿qué te parece?» Esta fue una de las primeras frases que Camila enunció ante un jovencísimo Carlos de Inglaterra, al que conoció en un partido de polo en 1970. Probablemente, Camila no sabía que esa inocente frase marcaría para siempre sus vidas. Hoy Carlos y Camila cumplen cinco años de casados,
El nueve de abril de 2005 Camila dejó de ser la eterna amante de Carlos de Inglaterra para convertirse en su segunda esposa. La boda se desarrolló sin excesivo esplendor y algunos analistas llegaron a afirmar que la monarquía inglesa se «avergonzaba» de este enlace que suponía la culminación de una historia de amor de más de 35 años.
Miles de personas, 20.000 según la BBC, se congregaron en las estrechas calles de Windsor para saludar a la pareja en su desplazamiento al Ayuntamiento de Londres, donde tuvo lugar el matrimonio civil al que no asistió la Reina Isabel II. En el recorrido se pudieron ver a algunas personas con retratos de Lady Di que afearon al heredero del Trono su relación con Camila. «Larga vida a la reina; Diana para siempre; Rey Carlos y Reina Camila, nunca», decía la pancarta de una anciana. Pero también fueron muchos los que acudieron para apoyar el enlace. «Déjeles en paz, ya han tenido bastante los pobres, si se quieren, hacen bien en casarse».
La pareja llegó en un Rolls-Royce al Ayuntamiento tras un recorrido de cinco minutos por las calles que llevan del castillo al centro de la población. Les precedieron los 23 invitados que presenciaron el enlace civil, que duró apenas veinte minutos. En el Ayuntamiento, la novia de siempre del Príncipe Carlos se convirtió en la segunda mujer de mayor rango de la Familia Real, por detrás de Isabel II. Pero aunque le correspondía el título de Princesa de Gales, el recuerdo siempre vivo de Lady Diana debió aconsejarle que utilizará el de Duquesa de Cornualles.
Tras un breve almuerzo se celebró en la capilla de San Jorge la ceremonia religiosa a la que asistieron 800 invitados, entre los que ya se encontraba la Reina Isabel II. Ante el arzobispo de Canterbury, Carlos y Camila se juraron que permanecerían fieles el uno al otro hasta la muerte. Acabada la ceremonia, tuvo lugar una recepción para los invitados y a las 17,45 horas, el nuevo matrimonio partió de luna de miel hacia Escocia.
Abdicación en Windsor«La boda de Carlos y Camila es el acontecimiento más amenazante de cuantos ha soportado la Corona Británica en los últimos cien años, no por la boda en sí, sino por lo que tiene de desistimiento en las renuncias y significados a los que debe atender la monarquía», escribía José Antonio Zarzalejos, por entonces director de ABC.
Según Zarzalejos, Carlos de Inglaterra debería haber seguido los pasos de su tío abuelo, Eduardo VIII, quien abdicó de sus derechos para poder casarse con Wallis Simpsom, una fascinante divorciada norteamericana. Para el entonces director de ABC, la boda de Carlos de Inglaterra, fue un acto impropio «de alguien requerido para reinar. Quizás, y precisamente por ello, nunca llegue a hacerlo tras la tácita renuncia de principios -no, sin embargo, de privilegios- que se consumó ayer en el Guildhall de Windsor», sentenciaba Zarzalejos.
El periodista de ABC, Alfonso Rojo, escribía en su columna que no entendía por qué el Príncipe Carlos se había casado otra vez. «No es habitual que una relación amorosa dure 35 años y tenga un final feliz como el que nos dispensaron ayer las televisiones, pero esa boda era innecesaria». «Carlos no perdió los anillos, Camila llegó a la hora y el clima fue benévolo, pero se trata de una boda gafada. Se ha celebrado entre dos funerales -el Papa y Rainiero-, con el fantasma de Diana sobrevolando y bajo la mirada severa de la Reina Isabel, que no ha ahorrado esfuerzos para quitarle lustre», dictaminaba Rojo.
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