Con Renato Salvadori, su marido de 1962 a 1965 y padre de su hija Giulia.
Casi a la vez que Amparo Muñoz, moría en Francia una gran actriz: Annie Girardot, una mujer que deslumbró al mundo en ‘Rocco y sus hermanos’ de Luchino Visconti, donde encarnaba a Nadia y compartía papel con un apuesto Alain Delon. Ha trabajado con Mario Monicelli, con Claude Lelouch, Marcel Carné, Luigi Comencini o, entre otros muchos, con André Cayatte, que la hizo protagonista de uno de los grandes éxitos de principios de los años 70 en ‘Morir de amor’. En 1994 encarnó ‘Los miserables’, película que le dio una segunda vida. Tuvo también sus períodos oscuros, de desaparición y de rumores (se dijo que había estado prisionera de las drogas, en particular de la cocaína), y se recuperó su figura en los últimos años con mucha fuerza, como pudo verse en ‘La profesora de piano’ (2001), junto a Juliette Binoche, en la película de Haneke, y en 2005 en ‘Caché’, también de Haneke, con Daniel Auteil y la citada Binoche. En los últimos tiempos, contrajo la enfermedad de Alzheimer y fue objeto de un documental sobre esa misteriosa y devastadora dolencia. Es una de las grandes actrices franceses de posguerra, un mujer de inmenso carácter, exigente en los rodajes, con personalidad, y también fue uno de los rostros, maduros, fundamentales de fines del siglo XX y principios del siglo XXI. De la estirpe, con todos los matices debidos, de María Casares, Simone Signoret o Jeanne Moreau, por citar algunos nombres imprescindibles. Uno de sus compañeros dijo que sus grandes pasiones fueron tres: las drogas, el dinero, y el amor y el sexo.
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